Concepciones y prácticas sobre la enfermedad mental en Colombia. siglos XVI al XXI - Núm. 12, Julio 2009 - Principia Iuris - Libros y Revistas - VLEX 225482397

Concepciones y prácticas sobre la enfermedad mental en Colombia. siglos XVI al XXI

AutorFabián Leonardo Benavides Silva
CargoHistoriador, estudiante de maestría en Antropología Cultural

Fabián Leonardo Benavides Silva es Historiador, estudiante de maestría en Antropología Cultural, Docente Investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás-Seccional Tunja

Articulo de revisión bibliográfica resultado del proyecto "Tratamiento histórico penal de la locura" vinculado a la línea de investigación en Derecho penal, procesal penal y derecho humanos del Centro de Investigaciones Socio-jurídicas de la Facultad de Derecho, Universidad Santo Tomás seccional Tunja.

1. Introducción

El presente ensayo busca establecer las diferentes concepciones y prácticas sobre la enfermedad mental en Colombia, a través de los periodos colonial, republicano y contemporáneo. Particularmente, pretendemos establecer los modelos de representación social /1 respecto a dicha enfermedad, emanados por tres instancias o esferas sociales durante el tiempo objeto de estudio: la medicina (académica y tradicional), la iglesia y el orden jurídico-político. La hipótesis que intentaremos demostrar a través de estas páginas, es que los modelos de representación social de la enfermedad mental en Colombia se fueron configurando, muy gradualmente, tanto de los elementos constitutivos (concepciones y prácticas) del esquema traído por los occidentales (especialmente los españoles), así como de los componentes que hacían parte de los modelos indígenas, afrodescendientes y mestizos de dicha enfermedad.

Por otro lado, también nos proponemos evidenciar que en este largo proceso de fusión e imbricación de representaciones sociales sobre la enfermedad mental en nuestro país, el Estado fue delineado una política de exclusión y de represión hacia el enfermo mental, que con el devenir del tiempo se ha perfeccionado o tornado implacable. Sin embargo, la medicina tradicional (indígena, afrodescendiente y mestiza) en su papel de prevención y curación de las enfermedades mentales o del alma, también ha diseñado diversas tácticas frente a las estrategias /2 llevadas a cabo por parte de dicho poder hegemónico, con el fin de ejercer sus "saberes" y prácticas médicas en los diferentes sectores sociales colombianos.

2. Periodo colonial:

A través del desarrollo de la cultura occidental, la enfermedad mental ha tenido diversos modelos de representación social. Desde la total y absoluta aversión que profesaron algunos sistemas filosóficos y teológicos medievales o renacentistas que veían en dicha enfermedad, ya una alteración del orden natural, ya una marca incuestionable de la justicia providencial, hasta la exaltación por parte de movimientos artísticos que la consideraron como un estado de sensibilidad renovada y genuina. Las reacciones frente a las enfermedades mentales han pasado por la tolerancia, la indiferencia, la compasión y el miedo. Perseguida y reprimida durante mucho tiempo, la locura se constituyó en objeto de conocimiento científico hace relativamente poco. Su estudio y el esfuerzo por comprenderla o curarla, es reciente y por tanto, todavía no se han acabado de tipificar sus diferentes causas patológicas. Al margen de ello, su recurrencia, ya sea como problemática social, política, clínica y hasta económica, es evidente en muchos periodos y espacios de la historia occidental (Freud, 1930 y Foucault, 1972,1977, 1984) y no occidental (Postel y Quétel, 1987 y Porter, 2003). /3

Con el inicio del periodo colonial en el Nuevo Reino de Granada, todo el cúmulo de creencias milenarias de los pobladores locales, al cual se sumó paulatinamente el componente africano, fue tildado por parte de los conquistadores como simple "charlatanería" y "superstición"; trayendo aparejado todo un proceso sistemático de extirpación simbólica y material de los pueblos dominados. La implantación del Santo Oficio de la Inquisición en 1610, fue en parte la respuesta y la expresión a ese proceso (Ceballos, 2002). Sin embargo, para el caso de las enfermedades mentales esto no significó un avance sino más bien una transpolación en la interpretación. Si bien se buscó desechar el entramado mágico y mítico con el que popularmente se explicaba la locura, el foco se trasladó a la mística de la religión católica y no al plano de lo científico. La demonología se adelanto así al desarrollo de un verdadero esfuerzo médico y un pensamiento psicológico. "La enfermedad mental era más bien objeto de consideraciones canónicas y religiosas", que veían en ella una manifestación del mal, por lo cual "casi todos los enfermos mentales eran sindicados como brujas, hechiceros o hechizados" (Rosselli, 1987: 146).

Según Ceballos, la brujería durante el periodo colonial en el Nuevo Reino de Granada tuvo dos funciones: una social y la otra institucional. En la primera (la social), una vez se estableció la brujería como imaginario social, sirvió como canalizador de los problemas (intrigas, envidias, calumnias, etc.) que se gestaron entre los diferentes componentes sociales. La segunda función de la brujería (la institucional), tuvo la finalidad de estigmatizar y controlar a los individuos o grupos subalternos: "Los españoles persiguen a los no blancos por brujos y hechiceros, porque son diferentes, por la necesidad política de aculturar para dominar [...]" (1995: 86). Sin embargo, la brujería con aquel componente demoníaco es una invención judeocristiana, como lo anota la misma autora, que tomó gran fuerza durante la Edad Media y el Renacimiento en occidente; terminando por instalarse en las sociedades coloniales de ultramar.

De este modo, el esquema brujeril-demoníaco de los conquistadores fue paulatinamente penetrando a la vez que imponiéndose con los imaginarios sociales de los distintos grupos étnicos indígenas, africanos y finalmente, con el de la nueva población mestiza (Rosselli, 1968). Este cúmulo de concepciones mágico-religiosas trajo aparejada asimismo la configuración de un modelo de hibridación cultural al respecto que respondió a aquella misma naturaleza mística. Pero en occidente y particularmente en España, la nosología médica (basada en el pensamiento médico griego de Hipócrates y de Galeno), aunque impregnada del misticismo religioso medieval, intentó combatir las diversas enfermedades que aquejaban el cuerpo y la mente de las personas con base en la medicina humoral. En el caso de la enfermedad mental, se creía, era causada por un "desarreglo humoral" (exceso de sangre o de bilis negra) que debía combatirse, aparte de los ritos de exorcismo estipulados por los tratados de demonología, con "sangrías, purgas y en ciertos casos, vejigatorios y baños" (Foucault, 1972: 176).

Con relación a la terapéutica de la enfermedad mental, cultivada entre las distintas comunidades indígenas que actualmente habitan el territorio colombiano, puede afirmarse que es un claro remanente de las posibles prácticas en este sentido de las culturas precolombinas. La lectura efectuada por estos pueblos sobre la enfermedad mental, bien pudo significar la acción de un agente sobrenatural y mágico que de alguna manera tomaba posesión del cuerpo del enfermo. Por tanto, los tratamientos o las prácticas curativas derivaban en rituales mágicos que incluso hoy gozan de gran acogida entre los diferentes sectores sociales (Gutiérrez, 1961). Cuando la magia buscaba contrarrestar el mal o cualquier enfermedad, se concebía como magia blanca y cuando por el contrario, tenía la función de hacer algún tipo de mal, se denominaba magia negra o brujería (Gutiérrez, 1985). /4

Sin embargo, las prácticas y las concepciones médicas de los indígenas que habitaron el actual territorio colombiano y en general del Nuevo Mundo, fueron de carácter preventivo /5 y no curativo como sucedió y sucede con la medina occidental. De hecho las enfermedades mentales eran reconocidas como "enfermedades del alma" o como el "mal de la risa" y no tuvo connotaciones negativas entre estos pueblos, sino más bien de genuina creatividad y hasta de poderes mágicos para el individuo que la poseyera. Las culturas precolombinas crían que la enfermedad mental como cualquier otro mal, era producida por un desequilibrio energético entre el sujeto, la Madre Tierra y el cosmos en general. Esta concepción vitalista de la vida en el universo determinó las diferentes terapéuticas empleadas por los chamanes (como el empleo de plantas y de ritos mágicos) que fundamentalmente buscaron restablecer dicho el orden energético (Sharon, 1980; Anzuares, 1983 y Lagarriga, 1988). La circulación de estos "saberes" terapéuticos se produjo gracias a las redes establecidas entre los chamanes de las zonas andinas y las regiones selváticas desde tiempos precolombinos y que en la actualidad aún se mantienen (Taussig, 1987; Pinzón, 1992 y Langebaek, 1996).

Respecto a las concepciones o a las prácticas de la población esclava neogranadina sobre la enfermedad mental, cabe anotar que se mantuvieron, como sucedió con la mayoría de sus creencias, en el plano de lo secreto o lo subterráneo ante la presión ejercida por las autoridades (civiles y eclesiásticas) sobre ésta /6. Sin embargo, las diferentes terapéuticas empleadas por los esclavos en la curación de las enfermedades, iban acompañadas de ritos mágicos que combinaban elementos de diferentes sistemas religiosos (como bantú, yoruba y católico). Este proceso sincrético de los esclavos neogranadinos fue un fenómeno sociocultural complejo, pues como lo asevera Navarrete (1995), los esclavos tuvieron que reestructurar elementos religiosos de varios sistemas (español, indígena y africano), en tanto que lograron conservar algunos de origen africano; es decir, esto mediante un proceso de "resistencia -acomodación". Sabemos que la magia y en especial la brujería, fue una poderosa aliada de los esclavos neogranadinos a la...

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